Peña Isasa desde Turruncún. 28 de febrero de 2021

Tras un largo mes de confinamiento en nuestras respectivas localidades riojanas, y arrastrando ya casi un año de pandemia… pues hemos abrazado la opción del ascenso a Peña Isasa con mucha alegría los diez montañeros que nos hemos dado cita en la primera salida oficial del club este 2021.

Peña Isasa se erige como la torre vigía de los pasos entre las cuencas de la rioja baja y la meseta soriana, de ahí surge el dicho “Peña Isasa que muchos la ven y pocos la pasan”. Nosotros ni una cosa ni otra, pero sí la hemos subido.

Hemos dejado los coches en el área recreativa de Turruncún y hemos tomado la pista y algún atajo hasta la zona de Palomares, donde se oye pastar unos caballos junto a una balsa, unos corrales y una chabola pero que ahora los dejamos más abajo, ya que nosotros subimos por la izquierda hacia arriba con decisión, enseguida ganamos altura y pronto salimos a una pista ancha, que hacia la derecha nos lleva por debajo de la mole rocosa de la Cabezuela y Peña Isasa.

Ascendemos por un camino desde la ladera sur y tras atravesar un bosque de coníferas con cierto encanto tomamos un sendero que nos llevará en una última subida a la cima, que nos descubre unas rocas cimeras con mucho encanto. Allí podemos ver la chiruca, el buzón, el vértice geodésico y una antena. También está la cruz en otra roca.

Llevamos el grupo un poco disperso, hay otro grupo en la cima y nos envuelve una niebla que no permite disfrutar de las vistas, por lo que decidimos bajar enseguida para almorzar más abajo. Con tanto trajín olvidamos incluso hacer la fotografía de cumbre en grupo.

Para regresar volvemos por el camino de subida hasta un paso canadiense que hemos cruzado antes, y allí buscamos un atajo en el pinar, justo allí decidimos almorzar, y ya con el estómago repleto y la mochila ligera iniciamos el sendero de bajada con una fuerte pendiente para desembocar en un nuevo cruce de pistas, ahí buscamos a nuestra derecha otro sendero y en una curva pronunciada seguimos descendiendo por un atajo hasta alcanzar la pista de abajo. Estamos ya muy cerca de la zona de palomares donde cerramos el círculo. Ahora podemos ver a los caballos que antes oíamos y cómodamente llegamos a los coches.

Aprovechamos para visitar el pueblo, deshabitado desde la década de los 70, cuyo nombre proviene de “Iturri” (fuente en vasco) y no de la ocurrencia que cuenta María Santos en la novela La piel (1996) cuando dice que se juntaron los viejos del lugar en la punta del pico Isasa y se pusieron a pensar en qué nombre ponerle al pueblo. Y entonces una vieja dijo: “pues a lo que diga la piedra”. Arrojaron un canto por el Isasa y, mientras iba rodando, la piedra decía: “turrún-turrún” y cuando pegaba en los entrantes decía: “cún-cún”. Y por eso le pusieron Turruncún.

Buena jornada y ya pensando en la siguiente.

Nos vemos en la siguiente!