Finde por el Pirineo. Castillo de Acher y Peña Forca. Del 17 al 19 de julio de 2020

El punto de encuentro de esta segunda actividad post-confinamiento de la Sociedad de Montaña fue el camping de la Selva de Oza, en el valle de Echo. Durante la tarde del viernes 17 de julio allí fuimos llegando los 10 montañeros inscritos en la actividad. Una vez organizados en tiendas de campaña y furgonetas, se organizó la cena y tras un momento de tertulia y organización de las excursiones, nos fuimos al saco.

SÁBADO, 18 de julio

Al día siguiente tocaba levantarse pronto, preparar los desayunos y la mochila. A las 8:00 nos pusimos en marcha hacia nuestro objetivo: el Castillo de Acher, que con sus 2384 metros se levanta majestuoso al lado mismo del camping. El camino, bien marcado como una GR, arranca por un sombreado bosque de hayas a lo largo del barranco de la Espata hasta alcanzar unas laderas herbosas en las inmediaciones del refugio de Acher, donde ya empieza a darnos el Sol. Tras una breve parada para beber algo y recobrar el aliento, proseguimos por fuertes pendientes hasta enfilar el contrafuerte rocoso que rodea a la montaña y que le da el nombre de castillo. Aunque parece una fortaleza inexpugnable, enseguida se aprecia la brecha que permite acceder al valle colgado tan característico de esta cumbre.

La excursión se convierte en una romería, pues cientos de montañeros han tenido la misma idea que nosotros. Cada uno a su ritmo, vamos avanzando hasta dejar la GR y continuar por una gravera y por la canal de acceso. Una vez en la pradera superior, la pendiente se suaviza y se ve perfectamente la cima atestada de gente. Sin duda es una de las cimas más concurridas a las que hemos subido en nuestra vida. El día es excelente, soleado y sin viento, por lo que la estancia en la cima se prolonga en el tiempo (almuerzo y fotos incluidos).

Para el descenso, volvemos sobre nuestros pasos hasta descender la canal y la gravera que habíamos subido y llegar a la GR. Aquí se plantean dos opciones. Rubén, que andaba tocado de la rodilla, decide volverse por la GR al camping. Patri le acompaña. Los otros ocho (Andrea, Carles, Fran, Marta, Nuria, Olivier, Rubén y Guti) continúan por la GR, pero en sentido contrario, para completar un recorrido que rodea al Castillo de Acher. La primera parte del recorrido es espectacular por un terreno de rocas rojizas y con unas vistas muy buenas de la montaña. Cuando se deja la GR, se continua por senderos poco marcados y sin perder mucha altura por la cabecera del barranco del Campanil y por unas praderas hasta llegar con cierto sufrimiento (el calor apretaba de lo lindo) hasta un bosque por el que comenzamos el descenso. Íbamos siguiendo un track y algunos incluso vimos trazas de sendero en algunas ocasiones. En otras, no las imaginábamos. La verdad es que el descenso fue “en plan jabalí” por un bosque que, afortunadamente, no resultó muy tupido y que nos condujo directamente a la entrada del camping. Menos mal que íbamos guiados por expertos en orientación y manejo del GPS.

Al final 10 horas de excursión, incluyendo abundantes y prolongadas paradas y en dos ambientes: la procesión hasta la cima por la vía normal y la soledad más absoluta en la segunda parte del recorrido.

De vuelta al camping, tiempo para la ducha, para el descanso, para la tertulia con unas cervezas y un buen picoteo… Y a esperar la llegada de Siridia y Jaime, que se incorporan al grupo para la actividad del día siguiente.

DOMINGO, 19 de julio

El domingo costó un poco más levantarse. El cansancio acumulado del día anterior pasaba factura. Decidimos cambiar la ruta acordada y dirigirnos hacia Peña Forca. Con sus 2390 metros, es otro gigante que se alza en la margen derecha del valle del Aragón Subordán, justo en frente del Castillo de Acher. Rubén sigue con molestias en su rodilla y, por precaución decide quedarse. Marta y Patri intuyen otra jornada larga e intensa y optan por quedarse en el camping. Los otros nueve enfilamos la subida, en principio por sendero bien marcado y zona boscosa. El desnivel que se salva es considerable. A la hora de salir, el sendero abandona el bosque y sigue ascendiendo por una zona de prados de montaña, salpicados de lirios de montaña. Se oye silbar a las marmotas de vez en cuando. Al rato abandonamos la GR que tuerce a nuestra derecha, hacia el collado de Estribiella. Nosotros nos encaminamos hacia nuestra izquierda por una pedrera hacia un farallón rocoso que parece inexpugnable. Los hitos nos condicen hacia un estrecho paso (el Tubo de Lenito) que asciende a un collado entre el Pico de Lenito y la Peña Forca. Seguimos subiendo (¡es el sino de los montañeros!), siempre por fuertes pendientes y con algún paso en el que hay que apoyar las manos, hasta llegar a la cima. A diferencia del día anterior en el Castillo de Acher, hemos hecho la subida prácticamente solos. En la cima nos encontramos con media docena de personas. Nada que ver con el día anterior.

Una vez en la cima, momento para el relax, las fotos, un pequeño almuerzo y… ¡para celebrar el ascenso a segunda de la Unión Deportiva Logroñés! Al llegar a la cima, tenemos cobertura y nos enteramos de esta buena noticia. Una vez en la cima, la euforia nos embarga y se produce un clásico de la Sociedad de Montaña Iregua. La conversación discurre en estos términos: “Una vez aquí, podríamos ir…”, “Por no volver por el mismo sitio, hay una opción…” Seguro que a más de uno le suenan estas conversaciones. En definitiva, decidimos bajar por una canal hacia el valle que se abre entre la Peña Forca y el Rincón de Alano, recorrer todo este valle (una espectacular formación kárstica) hasta llegar al impresionante paso de Tacheras. Una vez ahí, un descenso vertiginosos por las Canaletas de Ruzquia nos deposita en la GR que comunica el valle de Zuriza con la selva de Oza.

Son las 14:00 y nos quedan 4 horas de caminata bajo un sol de justicia. Nos toca salvar 500 metros de desnivel para ascender al collado de Estribiella y volver a descender hacia las praderas y la zona boscosa que habíamos recorrido por la mañana. Le hemos dado la vuelta al imponente macizo de los Alanos, completando una espectacular excursión. Eso sí, casi otras 10 horas a golpe de calcetín.

De vuelta al camping, tiempo para un breve baño en las pozas (o en la ducha, eso al gusto de cada cual), recoger las tiendas y para casa.

Un fin de semana muy aprovechado, con buena compañía y con excursiones exigentes. Después de tanto confinamiento y restricción de movilidad, había ganas de desquitarse. Ahora a pensar en las próximas actividades, que también prometen ser entretenidas (COVID mediante, claro).

Que disfrutéis de las fotos. Nos vemos en la próxima