Ascensión al pico Palomares. 28 de junio de 2020

Corría el día 28 de junio de 2020 d.C (entiéndase después del Covid) cuando cuatro aguerridos ireguos acudieron al reencuentro con el club, que había dormido un obligado letargo pandémico.

Antes de iniciar la ruta decidimos aliñarla con un poco más de emoción dirigiéndonos hacia la cueva de San Kiliz a 1.319m (San Quirico), en primer lugar, para así poder realizarla circular.

A las 9 de la mañana iniciamos la marcha desde un aparcamiento que hay al inicio de la Senda de las Carboneras a kilómetro y medio de Lagrán. Seguimos por ese camino hasta tomar una senda de ascensión una vez pasado el refugio de San Juan. Hasta el momento disfrutamos de un agradable paseo entre hayas, avellanos y musgo, pero pronto las comodidades desaparecerán para iniciarnos en el arte del jabalí. Una vegetación exuberante, frondosa y de un verde intenso nos acompañará ya prácticamente hasta la cima.

Llegaremos a la boca norte de la cueva en una hora y media aproximadamente tras superar una vaguada umbría y húmeda, además de unos cuantos escalones resbaladizos. Nos adentraremos en la galería con linternas, hechos unos pinceles, en comparación con cómo íbamos a salir, gracias al barro y al yeso de gatear algunos metros, inevitablemente, para salir en la boca sur de la cueva.

Supongo que siempre resulta fascinante atravesar la montaña, tan fácilmente, para salir en su margen sur y cambiar de escenario completamente, pasar de los verdes hayedos y las rocas cubiertas de musgo, a poder admirar una auténtica alfombra de cereal en la cuenca del Ebro.

La aventura no ha hecho más que empezar, aún debemos ascender por unas sendas plagadas de vegetación que no permiten admirar el paisaje más que dos metros más allá de la nariz en muchas ocasiones. Desembocaremos en la llamada brecha del Palomares. Es una entrada a la vertiente sur por un pasillo que, en fuerte descenso y solventando un par de escalones, llega a su parte final teniendo que salir por la izquierda tras superar un resalte que nos deja en una pedrera. Acabaremos en un sendero que nos lleva al collado, desde el que una senda nos llevará a la última trepada antes de coronar el objetivo del calendario: el pico Palomares (1.498 m).

El paisaje es extraordinario, mires en la dirección que mires, hace un día precioso y ha merecido la pena (¡cómo no!) la emoción vivida hasta llegar allí.

Para el regreso lo haremos por la cuesta de los tejos, donde se pueden admirar auténticas joyas, aunque sin olvidar de agarrarse a lo que se pueda, porque el descenso no da tregua y el desnivel es grande. Finalmente desembocaremos en la pista del GR-1, que siguiendo en dirección Lagrán, nos llevará nuevamente a nuestro punto de salida, con un bonito día de montaña en nuestro recuerdo.

Aquí van unas fotos. Que las disfrutéis