Dolinas de Zenzano. 12 de diciembre de 2021
La excursión programada por la sociedad de montaña Iregua para el domingo 12 de diciembre transcurrió según lo previsto.
Nos juntamos 12 personas (Ibai, 6 años; Nahuel 7 años y 10 más) y una perra (Dobra); a las 9:00 en el parking de los cines 7 infantes, subimos 4 coches hasta Zenzano viendo por el camino que por fin íbamos a tener un día tranquilo sin viento, sin lluvia y sin niebla.
Nos encaminamos desde la misma plaza del pueblo hacia el carrascal donde íbamos a encontrar a la primera dolina u hoya. El camino comienza desde Zenzano bajando, pero después de media hora de senderos embarrados nos introducimos en el carrascal y por un camino menos transitado por las vacas y por lo tanto más seco y con menos barro comenzamos a subir y a quitarnos capas de ropa poco a poco. En otra media hora escasa llegamos a la primera hoya llamada “La Cueva” por los lugareños. La más pequeña de las 3, un sitio espectacular visto tanto desde arriba como abajo en el centro de la hoya a donde bajamos para disfrutar de un microclima húmedo y antiguo que se mantiene igual todo el año protegido por las propias paredes de la hoya.
Un poco más tarde y después de un picoteo para cargar energía continuamos la subida por un camino empinado pero corto, llegando a la segunda dolina, un agujero, un circulo enorme casi perfecto (unos 200 m. de diámetro por unos 50 m. de profundidad) en medio del carrascal que nos hizo preguntarnos como pudieron formarse esos enormes hoyos… hundimientos del terreno… meteoritos…
Después de rodear la dolina por la derecha seguimos subiendo por un camino entre carrascas hasta alcanzar el cordal del monte de Zenzano, con cima incluida a la que llegamos para hacernos la foto de rigor y disfrutar de las vistas de todo el valle del Leza hasta Logroño, además de puntos tan dispares en distancia como Pirineos, el Urbión, el Moncayo, San Lorenzo… .
Seguimos el cordal por encima de Ribafrecha y Leza y después de una hora de agradable paseo empezamos a bajar hacía el despoblado de Villanueva de San Prudencio donde dimos una vuelta entre las casas rotas y apreciamos los restos de lo que habría sido una bonita iglesia.
En un rato salimos hacía la tercera hoya, “La Covacha” de tamaño parecido a la anterior y quizás el agujero en la tierra más perfecto de los tres, geométricamente hablando.
Y media hora escasa más tarde llegamos a Zenzano de nuevo, con hambre y contentos. Allí los amables “Zenzaneros” (no se cual es el gentilicio) nos abrieron el bar y un baño. Comimos al sol nuestros bocadillos y para casa bien contentos.
Nos vemos en la próxima!