Ascensión al Cabezo del Santo. 22 de febrero de 2015

El domingo 22 de febrero amaneció frío y con el cielo encapotado que soltaba algunas gotas de agua, aunque esto no fue impedimento para que un grupo de 17 montañeros se dieran cita en el aparcamiento de lo que fueron los cines Golem.

Tras los saludos y abrazos iniciales, dar la bienvenida a tres nuevos socios que unieron al club, nos encaminamos hacia un punto incierto puesto que la nieve acumulada en la carretera podía hacernos variar los planes. Finalmente, con tensión -algunos más que otros- y la colocación de cadenas en las ruedas, también algunos con más problemas que otros, nos encontramos en el collado del Canto Hincado (1.422 mts) donde iniciamos la caminata.

Desde el principio había mucha nieve y algunos decidieron ponerse las raquetas. El primer tramo fue una ligera subida donde aprovechamos para ponernos al día, siempre y cuando el viento no se empeñaba en interrumpirnos la conversación ¡qué cotilla!. Luego ya encaramos el tramo final donde intuíamos la cima, momento que apareció fugazmente unos rayos de sol para mostrarnos el camino y recordarnos que nos quedaba aun un esfuerzo en aquella pendiente que nos separaba de la cumbre.

Y poco más tarde, llegamos a la cima del Cabezo del Santo (1.854 mts) donde nos hicimos las fotos de rigor y sacando las manos de los guantes el tiempo indispensable para el enfoque y el click. Alfonso se encargaba de manejar el temporizador y salir corriendo para llegar a tiempo.

Nos pusimos nuevamente en camino y descendimos hasta un refugio donde entramos todos a comer algo y darnos calor como si de un rebaño se tratara. Las sonrisas se dibujaban en nuestras caras ante la perspectiva de comer y, como no, beber vino de la bota de Coco.

Y ya, nos enfilamos directamente hacia el collado donde llegamos cansados de andar con tanta nieve.

Tras cambiarnos la ropa y quitarnos las botas, terminamos tomándonos unas cervezas en Panzares, no sin antes haber hecho un par de intentos infructuosos en dos bares que estaban cerrados en Ortigosa y Pradillo. Nos despedimos y juramos lealtad en vernos en la próxima excursión de la sidrería.