Fin de semana por el valle del Aragón. Peña Collarada y peña Oroel. Del 12 al 14 de julio de 2019

Hola montañer@, tal y como teníamos planificado, el pasado viernes 12 de julio nos encaminamos hacia el valle del río Aragón con el objetivo principal de ascender la Peña Collarada, que con sus 2883 metros se alza imponente sobre la localidad oscense de Villanúa. Precisamente esa localidad sirvió de cuartel general para las actividades de los 9 montañeros inscritos en la actividad.

El sábado, después de un desayuno madrugador, cogimos los coches para avanzar unos kilómetros por la pista que desde Villanúa sube al refugio de La Trapa. A la altura de una barrera que prohibía el paso a los vehículos no autorizados, comenzamos nuestra marcha a pie. Son la 7:30 de la mañana y la temperatura es agradable. Abandonamos la pista, siguiendo el camino marcado que se interna en el bosque y que en algo más de una hora nos conduce hacia las praderas donde se encuentra el refugio de La Trapa. De ahí la ruta supera un farallón rocoso, equipado con unas cadenas y sigue ascendiendo por praderas de fuerte pendiente hasta una canal rocosa que nos lleva directamente a la cumbre. El día estaba claro, no había viento y la temperatura era agradable. Así que todo invitaba a disfrutar de la cima, de un ligero almuerzo y de las espléndidas vistas que teníamos, desde el Anie al macizo de Monte Perdido, pasando por el Petrechema, Bisaurín, Infiernos, Vignemale o Midi d’Ossau, entre muchos otros. A nuestros pies quedaba el ibón de Ip, dándole un toque de color azul turquesa a un panorama en el que predominaban el gris de la piedra y el verde de las zonas herbosas.

Mejor describir la sensación de la cumbre con unas imágenes: https://youtu.be/qTXQZye_pZk

Después del disfrute en la cima, iniciamos el descenso hacia el collado que separa la Peña Collarada de su “hermana pequeña” Collaradeta. De ahí, por una zona kárstica en la que había que orientarse bien, alcanzamos un paso clave que nos permitía destrepar el cinturón rocoso que rodea la montaña y, ya por zona de bosque, llegar al refugio de La Espata. Rellenamos nuestras maltrechas cantimploras en la fuente adyacente e hicimos una pausa para comer y echar una cabezada. Con un poco de pereza, proseguimos el descenso (menos mal que era a la sombra en su mayor parte) hasta la fuente del Paco, desde donde llaneando por una pista, alcanzamos los coches a eso de las 4 de la tarde.

Regresamos a Villanúa, en concreto al Albergue Tritón, donde nos alojamos. Después de la paliza, era el momento para descansar, ducharnos e hidratarnos convenientemente. El pueblo estaba muy animado, pues durante el fin de semana se celebraba la XV edición del “Jacetania Circus Festival”, con espectáculos para todos los públicos, gratuitos y al aire libre. Todo un lujo para matar las horas de asueto. Además, el domingo por la mañana se celebraba la carrera del doble kilómetro vertical al Collarada, una prueba clásica que atrajo a más de un centenar de corredores de montaña.

Como la previsión para el domingo no era muy buena, decidimos tomarnos las cosas con calma e ir a ver el inicio de la carrera. Las nubes se habían adueñado de la Collarada y el valle del río Aragón estaba totalmente cubierto. Así que entre las distintas opciones que teníamos, nos decidimos por ascender a la Peña Oroel desde Barós, un pueblecito cercano a Jaca. Allí el tiempo era más estable, aunque se veían algunos bancos de niebla asomando sobre la cima. La ruta se inicia por una suave pista que atraviesa un terreno con curiosas formaciones producidas por la erosión, para luego adentrarse en el bosque. La senda traza una diagonal hacia la izquierda de la montaña, con una continua y, en algunos casos, pronunciada pendiente. Es una ruta preciosa a la que llaman “Senda de los Lobos”. Se sale del bosque para llegar al lomo de Peña Oroel, donde el paisaje cambia bruscamente a una vegetación de monte bajo y arbustos en flor. Recorremos todo el cordal hasta la cumbre, coronada por una enorme cruz metálica. El día era gris, con vistas sobre el valle aunque, al fondo, las cumbres pirenaicas seguían envueltas por las nubes. Tras un breve descanso (el día estaba fresco) volvemos sobre nuestros pasos hasta encontrar una senda muy marcada que en un vertiginoso descenso en zig-zag nos condujo hasta el aparcamiento cercano al parador. Desde allí seguimos un trecho por la carretera hasta encontrar un cartel que nos condujo a la senda de regreso a Barós. Al final, nos salieron unas 5 horas de excursión, con casi mil metros de desnivel, para una ruta circular muy recomendable como alternativa a la altas cumbres pirenaicas.

Nos vemos en la siguiente.