Travesía Urigoiti-Gorbea-Zárate. 19 de octubre de 2025
Gracias a una logística bien diseñada, veintimuchos montañeros pudimos realizar esta fabulosa travesía entre Urigoiti y Zárate pasando por el alto del Gorbea, aunque alguno se asustaría un poco al ver que tendríamos que hacer a pie lo que al autobús le costó más de media hora. Y es que cogimos el autobús en el punto de llegada, a la hora en la que empezaba a clarear el cielo y con mejores perspectivas meteorológicas de las que temíamos. Sin embargo, al pasar por carretera de la vertiente alavesa a la vizcaína vimos que el hombre del tiempo no iba tan desencaminado.
Empezamos la ruta con fuerte pendiente, que luego suavizó, pero con chirimiri intermitente, rachas de aire fuerte y chubasqueros de quita pon, pon quita, quita pon. Fuimos avanzando entre hayedos hasta la base del ojo de Atxulo, que conforma un formidable paso natural entre las rocas. Aquí hicimos un mini almuerzo, aprovechando el refugio del agua, que no del viento, que pasaba por el ojo huracanado.
Seguimos camino por un hayedo en zona kárstica, por un sendero pedregoso y rodeado de los colores del otoño, en un caminar lento pero sin prisa, disfrutando del paisaje. Así hasta que salimos a las campas de Arraba, donde las piedras se convirtieron en alfombra, y llegamos al refugio del Gorbea. Aquí tomamos un rápido almuerzo aprovechando el cobijo que nos daba el refugio, aunque dadas las horas, pronto para algunos, hubo quien prefirió esperar para más tarde. Nos dio tiempo para observar (ya llevamos un rato viéndolo) la cantidad de montañeros que, en un día no demasiado propicio, había por allí andando, y sobre todo la cortísima edad de algunos de ellos y la escasa ropa que llevaban en comparación con nosotros. No hay duda de que estamos en el corazón del País Vasco.
Ya hemos tenido ocasión de ver la cruz del Gorbea, sabemos lo que nos queda. Primero rodeamos el Gatzarreta hasta alcanzar otro refugio. Desde aquí, las hayas van desapareciendo y lo único que queda es un prado de fuerte pendiente que, tras un giro a la derecha, enfila directamente a la cruz del Gorbea. Arriba el viento empieza a soplar hasta alcanzar una velocidad que en la misma cruz es casi insoportable. Así que no aguantamos mucho allí, lo justo para agruparnos, tomar aliento, alguna foto y bajar.
La bajada, primero por las campas, muy expuestas, se hace dificultosa, especialmente para los miembros más ligeros, que tienen que echar mano de los más pesados. Al perder altura el viento se va calmando y podemos volver a retomar un paso más tranquilo. El cambio a la vertiente alavesa a hecho desaparecer la lluvia e incluso intuimos un poco de sol. Aprovechamos para hacer una pequeña tachuela, el Araza, y descansar, esta vez sí, con más calma. El regreso ha sido muy plácido, con una bajada muy cómoda hasta llegar sorprendentemente, después de tantas horas, a los coches.
Hemos tenido un día de lo más variado, con lluvia, y con viento, por bosques y prados, caminos y sendas, y ante todo con buena compañía. Ha sido en definitiva un estupendo día de montaña.
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