Ruta por la sierra de Arkamo. 26 de abril de 2025
A las 8.30 nos juntamos unos 20 montañeros dispuestos a pasar un buen día de primavera por la montaña. Tras los saludos iniciales nos dirigimos a uno de los últimos pueblos del valle de Kuartango llamado Luna.
El nombre de esta pequeña población viene como anillo al dedo, en un día accidentado, cambiante, con paisajes agrestes, rescates y misiones abortadas. Pareciera como si la sierra de Arkamo, rocosa por momentos, verde en otros, no nos quisiera allí y nos invita a salir con rachas de lluvia y viento cada vez que paramos.
Comenzamos a andar ascendiendo suavemente junto al río Vadillo, al principio con barro y mucha agua, hasta alcanzar el puente de Zubibarri, un puente que sólo en días como este parece cobrar sentido.
Proseguimos girando hacia la izquierda para ascender por unos pastos y de seguido afrontar la subida más dura del día, por un camino de yeguas según alguno. Sin darnos cuenta hemos alcanzado buena altura sobre el valle y hacemos la primera cima, en la cruz de Costuño, que merece unas cuantas fotos y un respiro.
Entre hayas a veces y sorteando rocas, vamos ascendiendo hasta alcanzar un mojón al estilo vasco, de grandes dimensiones, que nos señala que estamos cerca de otra cima, peña Colorada, a la que llegamos después de sortear una valla.
Descendemos para rodear un gran pastizal presidido por una laguna y acompañado de vacas, para enseguida volver a coger altura para pasar por una pequeña canal y rodear una dolina, que bien podría ser un cráter, antes de llegar a otra cima, el Risco Malo. Desde aquí las vistas son fabulosas, por un lado el valle de Osma, por otro el valle de Orduña, presidido por la virgen de la Antigua, y por otro Kuartango, pero el tiempo no nos quiere allí, nos despacha con rachas de lluvia. Aquí el grupo se divide, un lunático se lanza en misión de rescate en búsqueda de un móvil perdido, a la que luego le acompañarán cuatro más.
El resto seguimos hacia el cercano Repico, una cima alargada y pedregosa y el punto más alto del día. Foto rápida y para abajo, que el viento no nos deja estar tranquilos. Al poco parece que el día endereza, incluso se ha llegado a ver el sol, el móvil ha aparecido y el grupo viene en nuestra búsqueda, recortando parte del recorrido. Aprovechamos para echar un bocado, pero parece que Arkamo nos despacha. Sólo con abrir el bocata comienza a llover y esta vez con fuerza. Tenemos que abreviar y sin terminar la botella de vino reemprendemos camino.
En una ascensión suave llegamos al Pico Coronas y sin entretenernos mucho bajamos y vamos en busca de la cueva la Molina, donde el resto de los integrantes han tenido la fortuna de resguardarse de la lluvia que ahora ya no deja de acompañarnos.
Visto el panorama, tomamos la decisión de abortar misión, de dejar para otra ocasión el descubrimiento de otras cumbres y la visita de otras cuevas, y de dejar atrás la lobera que atestigua que esta es tierra de lobos, y que en algún momento han aullado a Luna, que se ve allí abajo en el valle. En su lugar, buscamos la portilla de Melaria, que por una pista nos lleva rápidamente al fondo del valle, y regresamos al punto de partida.
Puede que esta sea su cara oculta o tal vez la visible, pero hoy esta sierra no nos lo ha puesto fácil. Sin embargo, la compañía, el trabajo en equipo, la valentía de alguno y las decisiones acertadas han conseguido que salga una bonita ruta de unos 15 km y 600 m de desnivel. Lejos de conquistarla nosotros, ha sido ella la que lo ha hecho a su pesar, con esos paisajes y esa paleta de verdes, así que prometemos volver.