Fin de semana por Alto Campóo. Pico Tres Mares. Del 10 al 12 de febrero de 2017
La primera salida de fin de semana de 2017 nos llevó al límite entre las provincias de Palencia y Cantabria, en concreto a la región de Alto Campoo. Se trata de una zona relativamente cercana a Logroño (un poco más de dos horas y media) y con unas interesantes propuestas turísticas y montañeras.
Hacía allí nos dirigimos 11 socios con el objetivo principal de subir al Pico Tres Mares y con la incertidumbre motivada por una previsión meteorológica no muy favorable. Tomamos como “campamento base” el albergue Las Indianas, en el pequeño pueblo de Villar, a mitad de camino entre Reinosa y la estación de esquí de Alto Campoo. Después de desayunar el sábado por la mañana, recorrimos en coche los 12 kilómetros que nos separaban del aparcamiento de Brañavieja, (1600 m.) al pie las pistas y, sobre las 9:30 nos pusimos en marcha. Una niebla no demasiado espesa amenazaba con ser nuestra compañera toda la jornada.
Unos con raquetas, otros con esquís, cruzamos el recién nacido río Híjar, que enseguida junta sus aguas a las del también recién nacido Ebro en su camino hacia el este de la Península. Fuimos bordeando una parte desierta de la estación que ascendía hasta el pico Cuchillón, pasando por un telesilla que no estaba en funcionamiento. Una breve parada para recuperar fuerzas y a continuar por unas pendientes moderadas hasta la cima del Cuchillón (2174 m.) punto culminante de la sierra de Alto Campoo, donde hay un par de cruces y un buzón. Justo antes de llegar a la cima, el Sol y el viento ganaron momentáneamente la partida a la niebla, y nos permitieron ver por unos instantes la vertiente palentina a nuestra izquierda, el pico Tres Mares al frente y la sierra del Cordel a la derecha.
Después de abrigarnos (el viento pegaba fuerte) y de sacarnos la foto de cumbre de rigor, nos encaminamos hacia el Tres Mares, envueltos de nuevo en la niebla. Un suave descenso nos condujo a un laberinto de bloques que nos obligó a calzarnos los crampones y hacer algunos entretenidos destrepes. La niebla se hacía más espesa justo cuando llegamos a la parte más comprometida del recorrido, en la que había que evitar una zona de cortados y avanzar por una media ladera cubierta de nieve. Sin perder mucha altura llegamos hasta el Pico de Los Asnos (2100 m.) al que llegaba un telesilla. Llevábamos casi 4 horas de marcha, así que era buen momento para otro tentempié.
El hecho de llegar a la zona de pistas nos produjo la falsa sensación de que ya habíamos pasado lo peor. Nada más lejos de la realidad. Aún tuvimos que hacer un descenso para luego volver a hacer una subida pronunciada sobre una ladera de nieve muy expuesta en la que hubo que tirar de piolet. Tras superar un resalte rocoso ya solo quedaba subir una fuerte pendiente hasta la cima del pico Tres Mares (2171 m.). El Pico se llama así porque de sus laderas manan aguas que van a parar a los tres mares que bordean la Península Ibérica. Al norte, el río Nansa vierte sus aguas al Cantábrico; al sur, el Pisuerga llevará sus aguas al Duero para seguir juntos al Atlántico; y por la vertiente campurriana está el verdadero nacimiento del Ebro, que hasta Reinosa recibe el nombre de río Hijar, que fluye hacia el Mediterráneo.
La cumbre del Tres Mares está muy degradada, con una pista de esquí a pocos metros de la cima y toda la parafernalia asociada (casetas, cables, remontes, etc.) además de un mirador, una vía ferrata, antenas, placas y otros objetos conmemorativos.
Afortunadamente para nosotros, el Sol volvió a hacer acto de presencia, el viento amainó y nos pudimos disfrutar de una agradable estancia en la cima. Después de la segunda foto de cima del día, otra vez a calzarse esquís o raquetas para realizar un rápido y cómodo descenso por las pistas de esquí, y hasta los coches.
La mañana del domingo amaneció fea, fea. Había nevado ligeramente y estaba lloviendo. En cuanto subimos hacía Brañavieja nos vimos inmersos en una espesa niebla. Además frío y lluvia. Vamos, todos los ingredientes para darnos la vuelta. Tras recapitular en un bar de carretera situado en Riaño, decidimos dar un paseo por un PR que pasaba por allí mismo y recorría varias pequeñas poblaciones del valle: Naveda, Ormas, Proaño, Villar, Hoz de Abiada, con una interesante arquitectura religiosa y civil. Aunque al comienzo no llovía mucho, acabamos calados. Pero bueno, estiramos las piernas e hicimos méritos para tomarnos un vermú en toda regla y darnos un pequeño homenaje gastronómico en el restaurante “La cueva del Coble” en el cercano pueblo palentino de Brañosera. Dicho pueblo lucía con orgullo ser el primer ayuntamiento de España, creado allá por el año 824.
Felices y contentos después de una buena comida, se producen abrazos, despedidas y deseos de volverse a juntar. Carretera y manta hasta Logroño y Alberite. Para la próxima, más y mejor.
Aquí van unas cuantas fotos.
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