Fin de semana en Maraña. Integral de los Mampodres y ascensión a peña Ten. Del 31 de mayo al 2 de junio de 2024

DÍA 1: INTEGRAL DE LOS MAMPODRES

Cuenta la leyenda que el primer fin de semana de junio, siete avezados ireguos emprendieron el viaje desde tierras riojanas hacia aquellas tierras en las que los romanos, en época de conquista, amputaban las manos a las tribus de Astures y Cántabros como método de represión, evitando que volviesen a coger la espada para sublevarse contra el Imperio Romano.

El Macizo del Mampodre (Manus Putres = manos cortadas) une los altos de San Isidro con los montes de Riaño desde el Puerto de las Señales. Separa las cuencas fluviales del Esla (Riaño) y del Porma (Boñar). Lo conforman seis cimas principales que forman lo que podríamos denominar como la “TELA DE MARAÑA”: Polinosa (2160 m) , La Cruz (2196 m) , El Convento (2156 m) , Pico Cervunal (2173 m) , Pico Mediodía (2181 m) y El Valjarto 2046 m) .

El sábado 1 de junio, a las 8.15 de la mañana arrancamos del albergue de Maraña (1240 m) el grupo que hemos conformado los siete ireguos más los tres amigos leoneses que han decidido compartir esta preciosa integral con nosotros. Tomaremos el camino de Riosol, encontrando a nuestra izquierda el puente de San Roque que debemos cruzar para seguir siempre en dirección oeste hasta encontrar el Arroyo de Valverde, que da nombre también al valle, por cuyas praderas debemos comenzar a subir esta vez en dirección sureste y dejando siempre la cima principal a nuestra izquierda hasta alcanzar El Canalizo (1850 m). Allí ascenderemos sin tregua hasta la Polinosa, al más puro estilo del animal que identifica nuestro escudo como Sociedad de Montaña.

El día brilla, pero la temperatura no sube de los 14ºC, y allá arriba con el viento la sensación térmica es muy variable. Las primeras vistas son espectaculares. Divisamos los dos embalses más próximos: el de Riaño y el del Porma. A rebosar ambos, ha sido una buena primavera de lluvias por estos lares. También se divisan los macizos de picos de Europa, el Espigüete, las peñas Pintas, el estropicio de la estación de San Isidro, el Yordas, el Gilbo (que los leoneses lo apodan como su propio cervino) y sobre todo nuestro objetivo de la jornada siguiente: la Peña Ten.

Descendemos de la Polinosa para dirigirnos sin pestañear al Convento, que lo que pasó allí, allí se quedó. Y tras una foto grupal rápida nos dirigimos al techo de la jornada, La Cruz. Son cumbres rocosas que no entrañan mayor riesgo.

Deshaciendo un tramo del camino ascendemos el Cervunal que no es muy exigente, y ahí continuando la integral descendemos por la cresta en dirección al Mediodía hacia la izquierda siguiendo los jitos.

Para bajar al collado del Mediodía hay tramos de destrepe que requieren mucha atención por su piedra suelta, y una vez bordeados los otros dos picachos que componen las peñas del Mediodía, en el arranque a la ascensión de esta cumbre debemos realizar una breve escalada de dos metros que no requiere más que nuestras manos, empuje y un poco de maña. Superado ese tramo solo es cuestión de seguir la línea de jitos que nos conducirán a la quinta cumbre del día.

Nuevamente debemos descender por un terreno pedregoso e incómodo para coronar la última cima del día, el pico Valjarto.

Una vez realizada nuestra proeza integral, con la niebla amenazando en las cumbres de La Cruz y del Convento, descendemos unos metros, y a buen cobijo decidimos almorzar con la calma que nuestro líder nos permite. Allá brotan de las mochilas todo tipo de manjares: bocadillos triples, bolitas energéticas que serían la envidio de los Rocher, vino de las viñas más altas del Pirineo, etc.

Con las barrigas saciadas solo nos queda descender de manera cómoda por el collado del Valjarto para llegar hasta la vaguada que nos conectará con el camino que conecta la laguna del Mampodre con Maraña. Una visita al pueblo, un refrigerio en la plaza del pueblo para contemplar nuestra proeza cómodamente sentados, y a pensar en el día siguiente.

DÍA 2: Peña Ten (2142 m)

Muy disciplinada la representación iregua, ya sin la compañía de los leoneses, a las 8.15 de la mañana nuevamente, en un día radiante, sin un ápice de agujetas por la jornada del día anterior, nos dirigimos esta vez a la localidad de la Uña donde aparcamos para dar comienzo a una prometedora ruta circular para coronar una de las cumbres más emblemáticas de la montaña de Riaño y Ponga, en el límite entre León y Asturias.

Es una mole caliza con aspecto de volcán y circos glaciares que la rodean y hacen que destaque en el horizonte sea cual sea el punto donde nos encontremos, se eleva sobre los valles leoneses y asturianos del Esla y el Sella. Preside un soberbio paisaje de altos puertos, hayedos y circos glaciares.

La peña Ten se erige tapizada en su faldas por las praderías del valle de Valdosín en León y de Arcenorio en Asturias, frecuentada vía de paso en la Edad Media por ser el punto más bajo y de acceso natural de la Cordillera Cantábrica.

Peña Ten cuenta con una ruta de acceso cómodo pero larga. Son cerca de 1.000 metros de desnivel que iniciamos en el mismo pueblo de La Uña, tomando la carretera que se dirige al puerto de Tarna. A unos 700 m nos desviamos, justo en una curva, a la derecha y tras pasar por un cartel informativo del PR LE-20 Puerto de Ventaniella y cruzar el río Esla, tomamos el camino de Ventaniella, una pista cómoda que nos conduce al valle de
Valdosín, pasando al lado de Peña del Castiello. Valdosín es uno de los mejores puertos ganaderos de León.

Nos desviamos a la derecha hacia el pequeño valle que forma el arroyo de las Corvas. Tras pasar un pequeño refugio nos desviamos hacia la izquierda y empezamos a subir por la pradera el Cantil por un estrecho sendero. Nos adentramos en un pequeño tramo de alta maleza y un poco más adelante encontramos unos jitos que nos llevan hacia un pequeño canalizo encajonado con pequeños escalones de piedra y así adentrarnos en las Pedrices de Peña Ten.

Seguimos el sendero en pequeños zigzag ascendiendo por una empinada canal herbosa hasta alcanzar un collado. En ese punto nos desviamos a la izquierda siguiendo los hitos para afrontar una exigente y corta subida hasta enlazar con el estrecho sendero que conduce hasta la cima.

La subida por la estrecha cresta no tiene ninguna dificultad si seguimos el sendero marcado. A nuestra derecha tenemos el corte vertical de la cresta que forma el circo glacial y a la izquierda, la ladera herbosa con el valle de la Majada de la Castellana al fondo, y más allá todo son nubes, porque es Asturias, y se tiene que mantener inmensamente verde todo el año.

Alcanzamos la cima de Peña Ten (2.142m), donde se ubican un punto geodésico y el buzón de cumbre. Desde aquí se pueden disfrutar de una vistas espectaculares de Picos de Europa, particularmente el Peña Santa, Las Ubiñas, Los Mampodres y montañas de Riaño, Ponga, etc.

Nos hacemos las fotos de rigor, y con un almuerzo frugal comenzamos a descender siguiendo el sendero bien marcado por la cresta, adentrándonos en territorio del concejo asturiano de Ponga, para iniciar el descenso. Medio kilómetro más adelante, tras pasar el circo glaciar, giramos hacia la derecha e iniciamos el descenso por paraje de La Vegadona. Al principio hay que descender sin prisa porque se trata de un terreno de piedra suelta y pequeña en el que podemos tener un disgusto. Más adelante ya entramos en una zona de prados, allí tras un intento de golpe de estado a la Sociedad de Montaña por parte de un socio, almorzamos felizmente al sol. Alcanzamos una pista cómoda que nos llevará hasta La Uña.

Y así ponemos un punto y seguido a nuestro fin de semana montañero, porque aún nos quedarán cuatro horitas de regreso a casa.