Fin de semana en el macizo de Ubiña. Peña Ubiña y los Bígaros. Del 31 de mayo al 1 de junio de 2025
Este fin de semana, en cumplimiento con nuestro calendario anual, hemos acudido un grupo representativo de ocho ireguos a cobijarnos en la pequeña aldea de Torrebarrio, en el corazón de Babia (León), punto de partida para nuestras expediciones.
Ya en Torrebarrio se puede admirar el macizo de las Ubiñas y en concreto la famosa Penubina, la Peña, Peña Ubiña la grande. Esta montaña desprende magia, energía, poder. Tiene algo que retiene miradas, crea fascinación e infunde respeto.
Cuentan en Babia que Penubina es lugar de encuentros brujeriles, punto de reunión de aquelarres norteños. Dice una leyenda de allí que hace décadas, una señora a punto de morir quiso ser depositada en la cumbre del pico, como último deseo antes de cruzar al otro lado. Tres hombres buenos del lugar se prepararon para subirla a cuestas Ubiña arriba, cumpliendo así con su deseo. Al llegar al pico la señora, en principio moribunda, cambió su faz repentinamente y echando a volar soltó una carcajada llena de burla hacia los mozos que había engañado ocultando su verdadera naturaleza de bruja.
Con sus 2417 metros se encuentra en el noroeste de España, en plena cordillera cantábrica, limítrofe entre las regiones de León y Asturias. A escasos 60 km del mar Cantábrico en línea recta, es una de las montañas más altas y renombradas de España, siendo, por otro lado, la cumbre más alta de Europa en su parte más occidental.
La cumbre está compartida por las provincias de León y Asturias, marcando la frontera entre las cuencas hidrográficas del río Huerna y el río Luna.
SÁBADO 31 DE MAYO
El sábado comenzamos temprano la ruta desde Torrebarrio, dejamos atrás la última casa y cruzamos un pequeño puente. Nada más cruzarlo la pista se bifurca y continuamos por la pista de la izquierda que nos llevará hasta las cercanías de los paredones que se descuelgan del macizo de las Ubiñas Desde el inicio tendremos a la vista la línea de cumbres que va de Peña Ubiña al pico Colines.
Sobre los 1700 m. de desnivel, al poco de pasar una portilla, abandonamos la pista y comenzamos a ganar altura con la vista puesta en la Collada de Arco. No hay sendero definido, pero es terreno de pasto fácil de andar . Poco a poco vamos entrando en el fondo del circo que forman las cumbres. Los cortados que se desprenden de las cumbres parecen infranqueables sin realizar técnicas de escalada, sin embargo presenta un punto débil por el que acceder a la pasada puerta del Arco, situada entre los picos Castillines y Puerta de Arco. Nos aproximamos al inicio de la pared por la derecha del pedrero situado bajo la collada, a nuestra derecha tenemos la escupidera que baja de la Collada de Arco y aunque invita no es aconsejable meterse en ella. Apenas hay jitos, y se sube un poco por intuición, con una trepada casi continua de IIº como mucho, que nos mantiene entretenidos hasta alcanzar uno de los ojos de la collada, y ya casi inmediatamente el segundo. Poco después lograremos llegar a la collada y recuperar fuerzas mientras admiramos el contraste con la verdosa vertiente asturiana donde descansa el refugio del Meicín y un poco más abajo el pueblo de Tuiza.
Desde la collada ascendemos en un duro desnivel al Castillín II, y desandamos nuestros pasos porque la pasada del siete que nos llevaría a la cumbre del siete no la vemos clara. Ascendemos al Puerta del arco y allí se decide sacrificar la ascensión al Prau Capón que nos habría llevado ya por la arista norte a la cumbre de Ubiña la Grande.
Descendemos a los joyos de la Cabra en busca de la senda de las merinas hasta los pies del Cuetu les Cabres que también ascendemos en un ataque fugaz sin mochilas y continuamos la senda de las merinas para comenzar el ascenso a la Ubiña grande desde las inmediaciones del puerto de Tuiza por la arista este entre continuas trepadas accesibles para salvar los 400 m de desnivel hasta la cumbre, que nos regalaría unas vistas inolvidables sobre la cordillera con los Albos, peña Orniz, el Montigüero y el Calabazosa en dirección Somiedo. Allí nos reencontramos con el octavo pasajero, que sobreponiéndose a una lesión, no solo ha subido a sorprendernos en la emblemática cumbre, si no que como calentamiento previo ya había ascendido la peña Ubiña chica.
Descendemos por la ruta normal en la cara sur y tras recuperar fuerzas en el Ronzón, dos avezados aún sacan su último cartucho para ascender también la chica y así cerrar la jornada.
Los demás descendemos cómodamente hasta Torrebarrio, que ya era suficiente por ese día con más de 1600 m de desnivel positivo acumulado en nuestras piernas.
DOMINGO 1 DE JUNIO
Dado que ya habíamos integrado en la ruta del sábado la que habría reservado para el domingo, decido que un buen broche final para despedirnos de la preciosa e indómita Babia sería acercarnos a Torrestío y ascender el cresterío de los Bígaros, que no dejan de ser un balcón a los conocidos lagos de Saliencia, a Somiedo y por supuesto al macizo de Ubiña.
Desde Torrestío tomamos el Camino Real del puerto de la Mesa, conocido como el camino de los vaqueros, que nos remontará cómodamente el valle de la Partida para desviarnos poco antes de la fuente de los Huesos hacia la pasada corros y desde allí remontar por la arista hasta la cumbre de los Bígaros (2038 m) descender a la pasada los Bígaros para coronar la última cumbre del fin de semana en el Muñón. Tras un breve almuerzo descendemos a la pasada del Muñón (2037 m) y nos dirigimos a la laguna de Chao, junto a una cabaña de pastores donde rumian felices vacas y caballos. Ya solo nos resta comenzar a descender el valle para reenganchar el camino de los vaqueros y regresar al coche, esta vez perseguidos por la niebla que asciende sibilinamente desde la vertiente asturiana.
Agradecemos haber gozado de un descanso de lluvias y tormentas para poder disfrutar de los colores vivos de la primavera en Babia, y regresamos a nuestros hogares contentos de haber estado en Babia, en todas sus acepciones, no solo como se decía que lo estaban los reyes medievales, o como recoge actualmente la RAE: Estar en Babia significa «estar distraído y como ajeno a aquello de que se trata».