Ascensión a San Donato. 14 de junio de 2025
La ruta de este día era en Navarra, en el Parque Natural de Urbasa-Andía, paraíso lleno de lugares misteriosos por descubrir, pero hoy, nuestro objetivo era ascender a una de las sierras navarras más emblemáticas y que en su día quedó pendiente. Nuestros vecinos tienen maravillas y retos a los que no nos podemos resistir.
La sierra de San Donato o Beriain es la mayor prominencia montañosa de Navarra, un sinclinal colgado que se eleva abruptamente unos 900 metros.
De camino al punto de inicio y al pasar el puerto de Lizarraga, con pena vimos que la niebla no nos dejaba ver nuestro desafío y las vistas impresionantes que desde el mismo puerto pueden apreciarse y las cuales, además de dejarte atónito, te dejan confuso pensando… ¿Por dónde se sube a San Donato? ¡Es imposible! … ¡Pero se sube! ¡Vaya que si se sube!
Nuestra ruta partía desde el pueblo de Unanu donde aparcamos los coches, no sin antes tener nuestra primera anécdota del día, el barrizal hizo que los conductores desarrollaran sus destrezas para sacar el coche del suelo embarrado, y tras varias vueltas de rueda, aparcamos en sitio seguro.
Fuimos 10 los madrugadores que nos unimos esa mañana y que comenzamos a andar en una planificada ruta larga y que según se intuía, con la niebla encima, el disfrute iba a ser de otra manera, sin vistas y prestando mucha atención para no perdernos.
Los 3 primeros kilómetros eran los más potentes, en continuo ascenso, que planeamos en 3 partes: la primera para calentar, por camino embarrado, la vegetación mojada de las lluvias y vencida del peso nos daba los buenos días, ya empezábamos a estar empapados del agua, de la humedad y arañados por esos buenos días, la segunda, desde la fuente de Iturtxiki, seguimos por camino embarrado, clavando bien los bastones y accediendo al precioso hayedo envuelto en una enigmática bruma y una humedad no tan agradable como la visión que teníamos. En teoría, desde aquí ya podemos dejarnos el cuello mirando la montaña que nos esperaba, pero no, nuestra compañera de algunas rutas nos seguía sin dejar ver. La tercera parte y último esfuerzo, comenzaba en el Collado de Elorriagoa, dónde cogimos aire y poco a poco empezamos a caminar en un terreno ya diferente, primero camino de tierra, luego piedra escalonada, que agradecimos no estuviera mojada para evitar resbalones. Aquí nuestros ánimos ya empezaban a cambiar, la verdad que algunos no confiábamos en que nuestra compañera de ruta se convirtiera en nuestra aliada y amiga, pero lo hizo, como lo ha hecho alguna otra vez, y agradecemos que nos diera ese final de subida de escándalo. Empezamos a ver el cielo azul y el mar de nubes, o más bien, ¡¡océano!!
Una vez llegado al punto más alto de la ruta, el resto era disfrutar de las vistas y de la moqueta verde y, aunque no pudimos ver los montes que nos rodeaban en los 360º, la danza de la niebla y su océano nos tenía hipnotizados. A lo lejos veíamos de forma imponente nuestra primera parada, la Ermita de San Donato y Cayetano, santuario más alto de Navarra, dónde nos sentamos a picar algo y a recrearnos de lo que nos ofrecía la sierra de Andía. A pocos pasos, teníamos el objetivo, el Beriain (1.493 m), unas fotos de grupo para dejar huella de este día y continuamos nuestro camino por el cómodo y extensísimo terreno verde. Esta parte era un soltar piernas, coger aire, no parar de ver y hacer fotos del baile de la niebla, caminar entre la ganadería típica de la zona, caballos principalmente, que algunos buscaban nuestros mimos.
Y así, durante unos kilómetros logramos llegar al Euskal Herriko Erdigunea, monolito que nos recuerda que estamos en el centro geográfico de Euskal Herria. En este punto decidimos hacer una cima más, así que, entre una combinación de suelo de tapete verde y kárstico, llegamos a Lezizagoa (1.348 m) dónde comimos tranquilamente antes de comenzar el descenso. No sabíamos lo que nuestra caprichosa compañera nos iba a permitir ver en la bajada, no veíamos lo que nos esperaba abajo pero sí oíamos un concierto de cencerros que impresionaba.
Nos quedaban unos 8 km para terminar y entre una bajada muy cómoda, la compañía de vacas y caballos y una pista de frondoso y verde bosque, conseguimos llegar en la hora planificada a los coches.
Con nuestras caras de haber disfrutado, los pantalones manchados por el barro, las inspecciones de huéspedes no deseados, alguna quemadura del sol y la niebla y sus antojos que no nos dejó despedirnos de San Donato, ¡¡¡terminamos la ruta de hoy con un brindis por lo bien que lo hemos hecho!!!

